Por Beatriz Niño
Estamos en una sociedad muy cambiante -no hace falta ser un lince para verlo-. Por otro lado, la crisis está provocando que se materialicen muchos cambios (unos voluntarios, otros sobrevenidos). También está haciendo que en el sector del arte se replanteen premisas que hasta el momento eran “verdades intocables” (“éste es un sector que se basa en la confianza” “no nos hacen falta documentos”….).
Aunque las galerías no son, tal y como le he oido mencionar a algún galerista, “una fábrica de milagros” si que es cierto que poseen un papel fundamental en el sector al ser un “escaparate” cultural, un medio para que la producción artística llegue al ciudadano de a pie, una vía de intercomunicación entre artistas y coleccionistas y de promoción y representación de los artistas…
Sin embargo, ¿han sabido las galerías transmitir a la sociedad lo que son? ¿han sabido replantearse algunas de esas “verdades intocables”?. Francamente, y lo digo con todo el cariño, creo que no. Todavía, después de unos cuantos años como abogada especialista en el mercado del arte, me sorprende lo cerrado de miras de algunos galeristas y la poca interconexión REAL que existe entre ellos. Por suerte, no es algo generalizado pero creo debería ser objeto de una reflexión profunda.
No digo que el papel de las galerías sea fácil, ni muchísimo menos: muchos son los esfuerzos y las apuestas arriesgadas que tienen que tomar, más hoy día que existen muchos artistas que no tienen obra propiamente dicha, sino proyectos (ideas) que hay que materializar -algo que no pasaba diez años atrás-. Pero, si hay aspectos que todos los galeristas tienen identificados como problemáticos (por ejemplo, el almacenaje de obras. Es que Beatriz “las galerías no son almacenes de artistas”) ¿por qué no dejarlo solucionado con un documento escrito?. Así de fácil, así de simple.