Por Isabel Niño
Hace pocos días se difundió la noticia del robo de dos obras de arte
Golden Fleece de Anssi Sojakka
DHSS de Graham Carrick
de la Galería Page en Knightsbridge (Londres). La prensa comparó la mecánica del robo con el proceder de Pierce Brosnan en la película “El secreto de Thomas Crown”.
Al ladrón se le describió como hombre blanco, de unos cuarenta años, calvo, alto y elegantemente vestido. El cual tras acudir en un par de ocasiones a un visionado privado de la galería y hacer creer a la misma que era un posible comprador, acudió una tercera vez, bajó las escaleras, cortó dos pinturas de sus marcos con un cuchillo y salió con las pinturas escondidas debajo de su largo abrigo.
Así de fácil, así de simple. No en vano el robo de arte es el sexto delito más importante del mundo.
Pero, entrando ya en lo que quiero explicar hoy, ¿cómo sabemos que se trata de un robo y no de un hurto?. La diferencia entre uno y otro delito reside en el empleo de fuerza en las cosas (cortó dos pinturas de sus marcos con un cuchillo), en cuyo caso, estaríamos hablando de un delito. En cambio, si simplemente tomas una cosa ajena sin la voluntad de su dueño sin fuerza ni violencia o intimidación, sería un hurto.
En nuestro ejemplo, y si el robo se hubiera cometido en España, estaría castigado con una pena de prisión que va desde los 2 a los 5 años. Por su parte, el hurto estaría castigado con una pena de prisión que va desde 1 a los 3 años. Especificar los años de prisión no es mero puntillismo ya que es determinante a la hora de saber si una persona entra a prisión o no. Me explico.
En líneas generales, al ladrón que comete un robo por primera vez si se le condena a una pena de hasta 2 años de prisión no tendría que entrar a cumplir en centro penitenciario.
Así pues, está claro, que tiene más posibilidades de librarse de entrar a la cárcel el hurto de Thomas Crown que el robo de nuestro ladrón.